Con la firma de adhesión a la iniciativa china, el presidente Gustavo Petro reconfigura la política exterior de Colombia. ¿Qué está en juego realmente? Aquí los 7 puntos clave para entender la polémica.
Gustavo Petro acaba de alinear a Colombia con China al adherirse oficialmente a la Ruta de la Seda, una jugada que, más allá del simbolismo diplomático, tiene consecuencias económicas y geopolíticas profundas. Mientras en Pekín se celebró como un acto de soberanía, en Washington sonaron las alarmas: la decisión podría tensar aún más las relaciones históricas entre Colombia y Estados Unidos.
¿Qué es la Ruta de la Seda y por qué genera temor?
La llamada “Nueva Ruta de la Seda” es el megaproyecto global de infraestructura lanzado por el presidente Xi Jinping en 2013. Bajo su visión, China busca expandir su poder económico construyendo puertos, trenes, carreteras, redes de telecomunicaciones y más, en más de 150 países, con inversiones que ya superan el billón de dólares.
El problema, según expertos y empresarios colombianos, es el alto costo político de este nuevo alineamiento. “Es una provocación innecesaria a nuestro principal socio comercial”, afirmó Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco. La ANDI también mostró su preocupación, mientras el exministro José Manuel Restrepo lo calificó de “torpeza geopolítica”.
Primeras represalias: Estados Unidos responde
La reacción de EE. UU. no tardó. La Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del gobierno de Trump advirtió que bloqueará cualquier tipo de financiamiento internacional que termine beneficiando a empresas chinas en Colombia, incluso si provienen del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Proyectos como el metro de Bogotá, adjudicado a un consorcio chino, estarían en la mira.
¿China ya domina la región?
Según el senador Iván Cepeda, China no solo está presente en Colombia, sino que ha penetrado toda América Latina: desde el sistema de salud hasta las telecomunicaciones, pasando por obras de infraestructura y cooperación en defensa. “Este nivel de presencia nunca lo ha tenido Estados Unidos”, advierte.
En resumen, la jugada de Petro puede ser vista como un reordenamiento estratégico audaz, o como un acto temerario que pondrá a prueba la capacidad de Colombia para navegar entre dos gigantes con intereses cruzados. ¿Aliado o peón en el nuevo tablero mundial? Esa es la pregunta que queda sobre la mesa.
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