Estudio revela que el cuerpo humano emite un débil brillo que desaparece al morir

Científicos han demostrado que todos los seres vivos emiten una luz casi imperceptible —un fenómeno ligado directamente a la vida— que desaparece por completo al morir.

Aunque nuestros ojos no lo perciban, todos los seres humanos brillamos levemente. No se trata de una metáfora, sino de un fenómeno científico conocido como emisión ultradébil de fotones (UPE), vinculado al metabolismo celular. Un estudio reciente de la Universidad de Calgary y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá ha confirmado que esta tenue luz se apaga cuando un organismo muere, lo que demuestra que está íntimamente ligada a los procesos vitales.

Utilizando cámaras de alta sensibilidad capaces de contar fotones uno a uno, los investigadores captaron imágenes de ratones sin pelo antes y después de morir, manteniendo constante su temperatura corporal para eliminar el calor como variable. El resultado fue claro: la emisión de biofotones cayó drásticamente tras la muerte.

Pero no solo se observó en animales. En hojas de plantas como el berro (Arabidopsis thaliana) y el árbol paraguas (Heptapleurum arboricola), el brillo aumentaba al sufrir daños, lo que indicaría que también forma parte de mecanismos de defensa y reparación celular. Además, ciertos fármacos como la benzocaína intensificaron la emisión lumínica, incluso 16 horas después de la lesión.

¿Por qué brillamos?

El resplandor no tiene nada de místico. Se genera cuando las mitocondrias, al producir energía, liberan pequeñas cantidades de especies reactivas de oxígeno (ROS). Estas sustancias interactúan con proteínas y lípidos en nuestras células, generando fotones como subproducto de procesos bioquímicos normales.

Según estudios previos, el rostro humano es la parte del cuerpo que más brilla, y la intensidad varía durante el día, siguiendo nuestros ritmos circadianos. Sin embargo, esta luz es mil veces más débil de lo que el ojo humano puede detectar, según un estudio publicado en New Scientist.

¿Qué implica este descubrimiento?

Más allá de lo fascinante que resulta pensar que brillamos con vida, los científicos creen que el estudio de los biofotones podría abrir caminos en diagnóstico médico, monitoreo del estado celular e incluso detección temprana de enfermedades. En otras palabras, podríamos usar esta luz vital como una nueva herramienta biomédica.


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