La previa del partido entre Colombia y Bolivia, por las eliminatorias sudamericanas, ha estado marcada por un escándalo que va más allá de la competencia en el terreno de juego. Néstor Lorenzo, director técnico de la Selección Colombia, denunció un acto de espionaje durante uno de los entrenamientos del equipo en Cochabamba, lo que ha generado un ambiente de tensión antes del crucial enfrentamiento del 10 de octubre.
El entrenador afirmó que una persona fue sorprendida observando y grabando las prácticas del equipo desde un edificio cercano al estadio Félix Capriles. Según Lorenzo, las fotografías obtenidas servirán como evidencia para presentar una denuncia formal ante las autoridades correspondientes. “Es lamentable que te manden a espiar. Queremos entrenar con la privacidad que nos merecemos, pero se rompió la intimidad del plantel”, señaló Lorenzo en una conferencia de prensa.

Este incidente ha despertado comparaciones con casos similares en el pasado, como el de Leeds United bajo el mando de Marcelo Bielsa, que fue multado por espiar a rivales. Incluso, en los Juegos Olímpicos de París 2024, la selección femenina de Canadá fue sancionada severamente por usar un dron para espiar a Nueva Zelanda.
A pesar de estas adversidades, Lorenzo aseguró que el equipo está enfocado en su desempeño y no se dejará distraer. Sin embargo, el hecho de que el espía estuviera grabando directamente las tácticas del cuerpo técnico preocupa seriamente al equipo colombiano, que ahora se ve forzado a ajustar su estrategia ante la posibilidad de que Bolivia haya obtenido información crucial.
El partido en El Alto no solo representa un reto deportivo debido a los 4.150 metros de altitud, sino que ahora también se disputa en un contexto de incertidumbre tras este incidente, que ha puesto a la Federación Boliviana de Fútbol en el centro de la polémica.
Colombia buscará sobreponerse y lograr un resultado positivo a pesar de los contratiempos, demostrando que la verdadera batalla se libra en el campo de juego.
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