Con solo siete años, Sergey, un pequeño prodigio de la programación de San Petersburgo, Rusia, fue vinculado como colaborador por la empresa Pro32, desafiando los límites de la creatividad y el talento infantil en el mundo tecnológico.
Sergey se ganó el apodo de “Mozart del código” gracias a su habilidad para programar desde los cinco años y a su carisma enseñando a otros a escribir software a través de videos tutoriales. Su contenido, en ruso e incluso en inglés, lo catapultó a la fama, captando la atención de Pro32, una empresa rusa de desarrollo de software, que decidió ficharlo como colaborador.
Aunque las leyes rusas prohíben el trabajo remunerado para menores de 14 años, la compañía llegó a un acuerdo con los padres del niño para garantizar su participación de forma no contractual. “Estamos seguros de que será un gurú de la programación y la enseñanza cuando cumpla 14 años. Es un talento único que no queríamos dejar pasar”, declaró el director de Pro32.
El caso de Sergey es inédito en el ámbito de los programadores, despertando admiración y curiosidad a nivel global. Su temprana incursión en el mundo de la tecnología podría marcar el inicio de una carrera extraordinaria, demostrando que la genialidad no tiene edad.
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