El alto costo de una tarjeta roja en el fútbol colombiano: más allá de la expulsión

En el fútbol colombiano, recibir una tarjeta roja implica más que abandonar el campo de juego; conlleva sanciones económicas significativas que pocos conocen en detalle.

Expulsión por doble amonestación: una sanción acumulativa

Según el Código Disciplinario Único de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), cuando un jugador es expulsado por acumular dos tarjetas amarillas en un mismo partido, debe enfrentar una multa equivalente a seis salarios mínimos diarios legales vigentes. Esto se traduce en aproximadamente 259.998 pesos colombianos. Además, el jugador queda suspendido automáticamente para el siguiente encuentro del mismo campeonato. 

Expulsión directa: sanciones más severas

Las expulsiones directas, derivadas de conductas antideportivas graves, conllevan sanciones más estrictas. La multa oscila entre seis y doce salarios mínimos diarios legales vigentes, es decir, entre 259.998 y 519.996 pesos colombianos. Adicionalmente, el jugador puede ser suspendido de una a tres fechas, dependiendo de la gravedad de la infracción. 

Diferencia entre tarjeta roja directa e indirecta

La tarjeta roja directa se muestra por conductas antideportivas graves, como impedir un gol con la mano o cometer una falta que malogra una oportunidad manifiesta de gol. Por otro lado, la tarjeta roja indirecta resulta de la acumulación de dos tarjetas amarillas en el mismo partido. 

Impacto económico en los clubes y jugadores

Las sanciones económicas no solo afectan a los jugadores, sino también a los clubes. Por ejemplo, en la Liga Postobón de 2013, los equipos pagaron un total de 301,4 millones de pesos en multas por tarjetas amarillas y rojas. Independiente Santa Fe fue el club más afectado, con 157 tarjetas amarillas y 18 rojas, lo que resultó en multas por 23,1 millones de pesos. 

Conclusión

Más allá de las implicaciones deportivas, las tarjetas rojas en el fútbol colombiano representan sanciones económicas considerables. Es esencial que jugadores y clubes estén conscientes de estas consecuencias para fomentar el juego limpio y minimizar las infracciones que puedan perjudicar tanto en el campo como en las finanzas.


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