Cómo Steve Jobs convirtió una protesta contra Apple en una tradición de conexión con sus fans

En 1998, cientos de usuarios se manifestaron contra Apple tras la cancelación del Newton. La respuesta de Jobs fue simple y poderosa: café y dónuts para todos.

En 1998, tras su regreso triunfal a Apple, Steve Jobs se enfrentó a una de sus primeras grandes polémicas: la muerte del Apple Newton. Esta pionera PDA, vista como un antecesor conceptual del iPhone, había cosechado una pequeña pero apasionada comunidad de usuarios que no recibieron bien la noticia de su desaparición.

La cancelación fue ordenada por Jobs apenas un año después de volver como CEO, considerando que el Newton, estancado en ventas y sin el potencial que él buscaba, desviaba recursos de futuros proyectos revolucionarios como el iMac, el iPod y más tarde el iPhone. La decisión era clara, pero no menos dolorosa para sus fans.

La tensión estalló cuando decenas de usuarios enfurecidos montaron un piquete en la sede de Apple en Cupertino. Era el primer día de trabajo de Tim Cook en la compañía —hoy CEO— y tuvo que abrirse paso entre manifestantes que clamaban por el regreso del Newton. Ante el aviso del equipo, Jobs apenas se inmutó: “Ah, sí, no te preocupes por eso”, respondió.

La solución de Jobs fue tan inesperada como efectiva. Le pidió a Phil Schiller, su director de marketing, que llevara café y dónuts a los manifestantes. “Tenemos que decirles que les queremos, que los apoyamos y que lo sentimos mucho”, instruyó. Así, lejos de confrontar, Apple abrazó a sus fans en su descontento, sin renunciar a su visión estratégica.

Este gesto sencillo no solo ayudó a calmar la protesta, sino que plantó la semilla de una tradición que perdura hasta hoy: la conexión emocional de Apple con su comunidad. Desde entonces, en cada gran lanzamiento, es habitual que la compañía reciba a sus seguidores en las tiendas con café y pequeños obsequios mientras esperan su nuevo producto.

La historia del café y los dónuts en 1998 es más que una anécdota: es una muestra de cómo Apple —guiada por Jobs— entendió que la innovación tecnológica también debía ir acompañada de respeto y cuidado por su base de usuarios. Fue una lección de marketing silenciosa que ayudó a cimentar la cultura de lealtad que todavía distingue a la marca.


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