Colombia se sube a la Ruta de la Seda de China: ¿el inicio de una nueva era comercial?

Con una firma histórica, Colombia entra al megaproyecto de infraestructura y cooperación global del gigante asiático. ¿Qué gana el país y qué puede perder?

Colombia dio un paso sin precedentes en su política exterior al unirse oficialmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como la Ruta de la Seda, la ambiciosa estrategia global de China para expandir su influencia económica. La firma del acuerdo fue realizada por el presidente Gustavo Petro, quien aseguró que esta adhesión busca cerrar el déficit comercial con el país asiático, que actualmente ronda los 14.000 millones de dólares anuales.

El acuerdo no solo implica mayores oportunidades de exportación para productos como banano, limón, café y aguacate, sino que también contempla una línea de crédito por 5.200 millones de dólares, cooperación tecnológica, inversión en infraestructura, transición energética y movilidad sostenible. Según la Cancillería, se priorizarán las zonas históricamente marginadas.

Aunque desde el Gobierno se ha enfatizado que este paso no deteriora las relaciones con Estados Unidos, expertos y gremios como Amcham Colombia han advertido posibles tensiones diplomáticas. China es hoy el segundo socio comercial de Colombia, después de EE. UU., con un intercambio superior a los 18.000 millones de dólares en 2024.

La Ruta de la Seda moderna, lanzada en 2013, es mucho más que un acuerdo comercial: es una apuesta geopolítica de China para financiar proyectos estratégicos en países de Asia, África y América Latina. Con Colombia a bordo, se abre un nuevo capítulo que podría redefinir su inserción en el mapa económico global.


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