El 3 de octubre de 2024, el gobierno colombiano dio inicio a la mayor entrega de tierras de su historia, distribuyendo 8.430 hectáreas a más de 500 familias campesinas víctimas del conflicto armado en Córdoba y Magdalena, en un acto emblemático de la Reforma Agraria.
Durante la mega jornada, el presidente Gustavo Petro enfatizó la necesidad de un acuerdo nacional sobre la tierra y propuso reactivar la mesa de paz iniciada por Álvaro Uribe, esta vez “sin traiciones”. Los líderes campesinos expresaron su apoyo, considerando el evento como el comienzo de una nueva era de justicia y esperanza en el campo colombiano.
Lilia Solano, directora de la Unidad de Víctimas, destacó que la entrega de tierras y bienes provenientes de grupos paramilitares representa una oportunidad para impulsar la economía campesina. En un gesto simbólico, el exlíder paramilitar Salvatore Mancuso se comprometió a que los bienes llegarían al fondo de justicia y paz, abriendo un nuevo capítulo para el campesinado.
Petro subrayó la importancia de que las tierras fértiles estén en manos de quienes pueden cultivarlas para garantizar la seguridad alimentaria del país, reflexionando sobre las lecciones del pasado y la necesidad de evitar que “nunca más la sangre vuelva a correr por esta tierra”.
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