“Era ciudadana, pero eso no les importó”, denunció Carmen Alicia Contreras, una mujer hispana nacida en Estados Unidos, que asegura haber sido arrestada por agentes migratorios solo por su apariencia.
Su historia, publicada por El Tiempo, no es un caso aislado. Otras mujeres como Andrea Vélez, residente de Los Ángeles, afirman haber sido detenidas sin orden judicial ni explicación, y afrontaron cargos aún después de demostrar su ciudadanía estadounidense.
Organizaciones como la ACLU (Unión para las Libertades Civiles en EE. UU.) alertan sobre un patrón preocupante de perfilamiento racial. Eva Bitran, directora de derechos de los inmigrantes de esta entidad, fue tajante:
“Esto es una cacería donde el único criterio es el color de piel, el idioma o el oficio”.
El trasfondo:
Las denuncias se dan en un contexto de endurecimiento de la política migratoria impulsada por el gobierno de Donald Trump, con operativos del ICE centrados, según múltiples reportes, en comunidades predominantemente latinas. La Secretaría de Seguridad Nacional, Kristi Noem, lo niega rotundamente.
Durante una tensa conferencia de prensa en Nashville, una periodista cuestionó las operaciones dirigidas a hispanos. La respuesta de Noem fue contundente:
“Eso no es cierto. Es una narrativa falsa. No se atreva a volver a decir eso”.
Sin embargo, líderes civiles, abogados y ciudadanos alertan que cada vez más latinos —con o sin estatus legal— viven con miedo de ser arrestados solo por “verse hispanos”.
Impacto real:
Muchos ciudadanos ahora cargan su pasaporte incluso dentro del país por miedo a ser detenidos arbitrariamente. Expertos constitucionalistas señalan que estas prácticas violarían la Cuarta Enmienda, que protege contra detenciones sin causa probable.
Una realidad que expone una profunda tensión entre seguridad nacional y derechos civiles en el país que se autodefine como tierra de libertad.
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