Lo que empezó como una obra social se convirtió en uno de los casos judiciales más insólitos de Colombia: un abogado paisa logró quitarle un terreno a Dios y legalizarlo a nombre de una iglesia.
Cada Semana Santa, el abogado Ramón Alcides Valencia Aguilar revive una historia que parece sacada de una novela de realismo mágico: demandó al “amo supremo” y a las ánimas del Purgatorio por la propiedad de un terreno en Concepción, Antioquia… y el juez le dio la razón. Esta curiosa batalla legal, que inició en 2011, fue clave para que la iglesia Inmaculada Concepción pudiera ser restaurada tras décadas de abandono.
Todo comenzó cuando el sacerdote del pueblo se topó con un obstáculo surrealista: el templo, construido sobre un predio donado en 1860, figuraba legalmente a nombre de Dios y las ánimas del Purgatorio. El documento original, firmado por Nepomusena Osorio, otorgaba la propiedad como un acto de fe. Pero este detalle legal impedía que el Ministerio de Cultura invirtiera recursos en su restauración.
Ahí entró en escena Ramón Alcides, abogado y exfutbolista frustrado, quien tras estudiar Derecho Administrativo decidió ofrecer sus servicios gratuitamente al pueblo. Ante la imposibilidad de ubicar herederos reales, propuso algo inédito: demandar a las ánimas y a Dios. El proceso, lleno de anécdotas surrealistas (incluyendo preparar al sacerdote para “responder” por los propietarios espirituales), culminó con una sentencia histórica en 2012: la parroquia quedó como propietaria legal.
Aunque algunos lo tildaron de irreverente, el juicio permitió que el templo recibiera más de 3 mil millones de pesos en inversiones públicas. Hoy, la iglesia está restaurada, el abogado es una celebridad local (y hasta internacional, gracias a universidades que estudian su caso), y su historia se recuerda con fervor en cada Semana Santa. Eso sí, no todos celebran: la placa de agradecimiento que lo mencionaba fue retirada por presión de algunos detractores y ahora reposa en la tienda de su madre.
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