Las elecciones atípicas en Melgar enviaron un mensaje que retumba en todo el departamento, las maquinarias tradicionales ya no tienen el poder absoluto que creían.
Ni los respaldos de congresistas, diputados o viejos gamonales fueron suficientes. Yolanda Pérez, ficha del barretismo, y Gentil Gómez, rodeado de apoyos de peso, no lograron superar el trabajo conjunto entre Francisco “Pacho” Bermúdez y el exalcalde de Ibagué, Andrés Hurtado.
Lo que parecía imposible, sucedió, la fórmula Hurtado–Bermúdez derrotó a las estructuras políticas que por años dominaron en Melgar. Con 6.532 votos, Bermúdez se convirtió en alcalde, demostrando que la organización, el contacto cercano con la gente y los compromisos claros pesan más que las alianzas de escritorio.
Este resultado no solo cambia el panorama local, sino que reconfigura la política regional. Pacho inicia su mandato fortalecido y con legitimidad ciudadana, mientras que Andrés Hurtado emerge como protagonista en la disputa contra las viejas maquinarias.
La lección es clara, en el Tolima, la gente empieza a premiar el trabajo real sobre la política de caciques.
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