La tensión entre Brasil y Estados Unidos sube de tono. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva arremetió este sábado contra la sorpresiva decisión del Gobierno estadounidense de revocar la visa del juez Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal, así como la de varios de sus colaboradores y familiares. La medida llega en medio del proceso penal que enfrenta el expresidente Jair Bolsonaro.
Lula calificó la revocación como “arbitraria y totalmente sin fundamento” y advirtió que representa una inaceptable “interferencia en el sistema de justicia” de Brasil. “Viola los principios básicos de respeto y soberanía entre las naciones”, publicó en su cuenta de X. Además, aseguró que “ninguna amenaza comprometerá la defensa del Estado Democrático de Derecho”.
La acción del Departamento de Estado fue anunciada por Marco Rubio, actual secretario de Estado de EE.UU., quien denunció lo que consideró una “cacería de brujas” contra Bolsonaro, conocido por su cercanía con el presidente Donald Trump.
El revuelo diplomático se desató poco después de que las autoridades brasileñas ordenaran una tobillera electrónica para Bolsonaro, quien está siendo investigado por un presunto intento de golpe de Estado tras la victoria electoral de Lula. La Fiscalía brasileña ya solicitó una condena contra el exmandatario y siete de sus exasesores.
Mientras Washington guarda silencio sobre el número exacto de personas afectadas por la revocación de visas, Lula lanza una advertencia que resuena fuerte en el plano internacional: “Trump no fue elegido para ser el emperador del mundo”.
Este nuevo capítulo político y judicial agita el escenario en ambos países, mientras se redefine el delicado equilibrio entre soberanía nacional y relaciones exteriores.
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