Estamos hiperconectados, pero más solos que nunca: la OMS alerta de una crisis global de salud pública

Cada hora, 100 personas mueren por causas asociadas a la soledad. En silencio, el aislamiento social se ha convertido en una epidemia que afecta especialmente a los jóvenes y países con menos recursos.

Vivimos en la era de la hiperconexión digital, pero nunca habíamos estado tan desconectados emocionalmente. Lo que parece una contradicción, en realidad es una crisis silenciosa que ya cobra vidas y amenaza con convertirse en uno de los grandes retos de salud pública del siglo XXI.

Así lo advirtió un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que encendió las alarmas: 871.000 personas mueren cada año por condiciones asociadas a la soledad, lo que equivale a 100 muertes por hora en todo el mundo. El aislamiento, según el reporte, se relaciona directamente con aumentos en depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, deterioro cognitivo y muertes prematuras.

“En esta época de infinitas posibilidades de conexión, cada vez más personas se sienten aisladas y solas”, declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

Entre los más afectados están los adolescentes (con hasta un 21 % reportando sentirse solos) y las personas en países de ingresos bajos, donde el 24 % afirma vivir en soledad —más del doble que en países de ingresos altos.

La soledad, además de un drama humano, tiene un altísimo costo social: genera pérdidas millonarias en atención médica, educación y productividad laboral. Pero lo más grave es que aún no forma parte estructural de las políticas públicas, a pesar de sus impactos transversales en salud, economía y tejido social.

“La conexión social debe integrarse en todas las políticas —desde el acceso digital hasta la educación y el empleo”, subraya Chido Mpemba, copresidenta de la comisión de la OMS.

El camino, aunque complejo, está claro: crear un cambio cultural que fomente espacios de encuentro, integración y acompañamiento emocional, con responsabilidad compartida entre Estado, sector privado y ciudadanía. La urgencia es real: la soledad no es solo un problema emocional, es un riesgo vital.


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