En un discurso cargado de simbolismo y tensión política, el presidente Gustavo Petro aseguró sentirse vigilado “segundo a segundo” y declaró no ser el presidente, sino “el preso de Colombia”.
Durante el acto de reconocimiento de responsabilidad internacional y disculpas públicas a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, el presidente Gustavo Petro sorprendió con una afirmación que refleja su creciente malestar frente a los poderes que, según él, lo rodean y lo limitan. “Esa es la realidad del presidente de Colombia, un presidente preso y vigilado segundo a segundo”, declaró desde la Plaza de Armas de la Casa de Nariño este jueves 5 de junio.
Petro fue más allá al señalar directamente a sectores del poder tradicional: “No soy el presidente de Colombia, soy el preso de Colombia. Y no de su pueblo, sino de su oligarquía”, expresó, reforzando su narrativa de confrontación con las élites políticas y económicas del país.
En el mismo evento, el jefe de Estado también lanzó una crítica a la Cancillería por presuntas trabas burocráticas que impidieron condecorar a soldados del Ejército. “Fui a condecorar a los soldados que entraron a El Plateado sin un solo muerto en la acción, y en Cancillería, funcionarios de segundo nivel dijeron que no había material suficiente para hacer las medallas”, lamentó Petro.
Estas declaraciones se suman a una serie de tensiones institucionales que han marcado su gobierno y alimentan el debate sobre el margen de maniobra del presidente en medio de las presiones del sistema político y administrativo colombiano.
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